1. "No hables con extraños".
Milán, Galería de Vittorio Emannuelle. Dos amigas y yo nos encontramos dando vueltas como una peonza sobre el toro de gresite que hay en el suelo. En la guía dice que da buena suerte. Como no dice cuántas hay que dar más vale que sobre que que falte. Así mareadas y guiris somos carnaza fácil, debe pensar un señor que nos asalta. Empieza diciéndonos que no soporta a los italianos que se creen los reyes del universo, que es de Costa Rica y se llama Sergio. Luego que adora a los españoles, que él va a trabajar a Barcelona y que se llama Miriam. Sí, Miriam. Porque ya de paso nos cuenta que es transexual y nos pone al tanto de las operaciones que lleva. Que el torito da suerte...nos ha tocado el premio gordo.
Dice que es vidente. Que ve nuestras auras. Que si una es azul, la otra amarilla...a veces cambia la voz, la pone aguda. Habla muy deprisa, nos coge las palmas de las manos porque, cómo no, Miriam Sergio también lee las líneas de la vida. No hay nada malo en las nuestras. Qué tranquilidad. Si queremos nos las lee del todo por un módico precio. "No, no, no". "Entonces chicas dejénme que les lleve a la plaza de no se qué, para que se carguen de la energía del universo". Se enlaza al brazo de una de nosotras y echa a andar. Mierda, tiene un rehén. Las otras dos detrás medio corriendo mirando a los lados, ¿qué es esto?
Llegamos a una plazita. El punto de energía en cuestión era un pozo. Un pozo mondo y lirondo sobre un pedestal. Un pozo sellado como los cientos que hay en la ciudad. Nos hace ponernos al rededor del "punto de energía", y las manos en el centro: cerrad los ojos. Él los cierra y nosotras hacemos el paripé y sujetamos el bolso con más fuerza. Me muero de la vergüenza como tenga que contar a un carabineri cómo me han robado. Él habla y habla. Me dijo que me moriría a los 88 años, durmiendo en la cama.
Lo único que puedo decir es que si llego a los 88 años seré una abuela espídica de la de cafeína que llevaré en el cuerpo. No pienso pegar ojo. Si consigo sobrevivir, ya dormiré con 89.
2- No te subas al coche de un desconocido.
Milán. Salimos de tomarnos el apperitivi y en la calle les preguntamos a un grupo dónde podemos ir a tomar algo. Discuten entre ellos y nos dan una ruta. Primero una enacoteca, luego a la discoteca de Armani. Y echamos a andar como si fuéramos del mismo Milán y nos conociéramos el camino al dedillo. Termina la calle y caemos en la cuenta de que no tenemos ni idea de por dónde ir . Vemos a dos tipos trajeados en la puerta de un hotel, y allá que vamos a preguntar. Un momento, dice uno de ellos, y desaparece. Vuelve al instante y dice, como si fuera lo más natural del mundo: "Mi chófer os lleva". "¿¿Perdón??"
Y sale de la nada un audi negro e impoluto. Nos quedamos boquiabiertas. "No, no, no". Insiste. "No, no, no". Se acerca a la ventanilla: "Lleve a las chicas y recógeme en no sé dónde". "No, no, no...ya cogemos un taxi (con la boca pequeña)". Abre la puerta. Y ahí que vamos las tres. Y hecha andar con su amigo.
Lo mejor fue cuando pasamos por al lado de nuestro "hada madrina" y nos pilló haciéndonos fotos en plan "esto es lo más" dentro de su coche. Le entró la carcajada.
3- Nunca vayas a casa de un desconocido.
Venecia. Nos plantamos allí sin ningún tipo de plan y en el bolso por si acaso el pijama. Un amigo de una de nosotras llevaba viviendo allí desde hacía años y fue nuestro cicerone. La pateamos entera. "Voy a una fiesta esta noche en la isla de Lido, si queréis, veniros". Estábamos de vacaciones, así que no nos lo pensamos mucho: "Vamos, vamos". Después de cenar, cogimos un barcotaxi y nos colamos en la fiesta sin ningún tipo de reparo. Un local a pie de playa que habían abierto para un cumpleaños. En el centro de la pista, un tipo es el rey de los bailes de salón. Va cogiendo chica tras chica a ritmo de twist con coreografía y todo. Como buenas españolas nos mantuvimos lejos de su alcance. Acaba la fiesta, y empezamos a plantearnos la situación:
-que estamos en otra isla.
-que no tenemos ni idea si hay barcobusBuho, o parada barcotaxi y en ese caso, ¿dónde se coge?
-que no tenemos dónde dormir (eso sí, allá dónde fuera sería con pijama).
Y en este gabinete de crisis nos encontrábamos las tres cuando se acercó el rey de la pista, Elvis. No es un chiste, se presentó así, "Elvis". Hablaba español, nos preguntó de dónde éramos, qué hacíamos en Venecia. "De Madrid, y de vacaciones". "¿Dónde dormís?" "De momento en ninguna parte". "En mi casa hay camas libres, si os queréis venir". Fuimos. A aquellas horas de la noche perdidas en una isla sin saber cómo salir nos hubiéramos ido a dormir a la misma casa de Jack el Destripador si nos la hubiera ofrecido. Resulta que Elvis tenía barco propio. Nos llevo a otra isla, ya van tres en el día. Atracó en embarcadero privado, nos llevó a su casa y nos dejó una habitación. A la mañana siguiente le preguntamos cómo se llamaba la isla: "Vignola". ¿Y hay mucha gente viviendo aquí?" "No, es una isla privada, sólo hay diez casas".