martes, 18 de mayo de 2010

María

Sé que esta noche va a ser mi mejor canción, la siento bullir en la cabeza. No puedo evitar mover los dedos, casi sientio las cuerdas de Irma, mi guitarra. Cuando tengo nudos de pensamiento ella es la única en el mundo que no me puede fallar. El nudo de hoy es especialmente opresivo, lo siento en la cabeza, me oprime el pecho. No me deja respirar y estallo de llanto. Lloro en silencio. No hay nadie en la calle. Un gato sale de detrás de un cubo de basura. Sus pasos son mudos. Se para en mitad de la calle y se queda ahí, parado, bañándose en la luz de la farola. El gato crece y se hace descomunal. Me está mirando. Me mira con ojos compasivos y acuosos. Me jode que hasta el maldito gato se apiade de mí.

No me gusta subir en ascensor cuando tengo nudos. En ese minúsculo espacio se condensan y se multiplican. Cuando llego al 10º abro la puerta con un golpe seco y salgo corriendo. Me estoy asfixiando. A veces con esa salida engaño a los nudos más débiles. Me los imagino estampándose contra el espejo hasta que agotados espera a que llegue otro para ocupar su cabeza. Me divierte darle vida a mis nudos, personificarlos.
Abro cuidadosamente la puerta. Sin ruido. La cierro despacio y ando sigilosamente por el pasillo, no quiero que cruja el parqué. No quiero que nadie se de cuenta de que estoy aquí. Me voy al comedor. Me escondo detrás de la columna. En cuclillas me rodeo las piernas con los brazos mientras me beso las rodillas y me balanceo. Hago esto desde siempre, cada vez que siento angustia, si me duele el alma. La pared en la que me apoyo es un ventanal. Hoy hay luna llena. El comedor tiene color de luna, de sueño. Tengo las rodillas empapadas.
Esta noche iba a ser mi mejor canción. Me siento tan vulnerable. Empiezo a ojear un libro de Arte, paso las páginas sin prisa y me detengo en alguien que pintaba caretas. Me gustan sus cuadros. Chagall. Cuando crees conoceer a una persona te sorprende con otra máscara. La vida son diferentes disfraces. Y me canso de adivinar quién se esconde detrás de cada careta. Qué idiotez. Me parece bastante complicado llegar a saber quién eres cómo para inventarte otra apariencia y encima interpretarla. Me canso de intentar adivinar quién es el personaje y la persona.
Será mi mejor canción , porque ella no me hace ni puto caso. Es una obsesión. Está ahí siempre. Físicamente no vale un carajo, la verdad. No me siento capaz de confesar a nadie lo que siento, tampoco tengo el valor de decírselo y mucho menos le voy a escribir una carta. Las cartas son traicioneras, siempre se quedan ahí, como una prueba.
Tengo 18 años. Segundo de carrera en una universidad de "prestigio". Para muchos de mis compañeros eso les hace sentirse llenos, con aires, como si pudieran mirar por encima del hombro a quién se les antoje. Cabezas huecas de mierda. Son como perros de caza dispuestos a despellejar al más débil. Cabezas huecas de mierda todos ellos. A mí no me llena. Me da igual. Me dan igual todos ellos. Ni siquiera les puedo poner cara. Los porros los difuminan a ellos y todas sus gilipolleces. Tengo suerte porque con mi pinta de empanao no me consideran un obstáculo, así que siempre tengo apuntes. Dejé de ir a clase porque María estaba en mi facultad y verla me mortifica. Me quedo en el Colegio. Duermo hasta tarde. A veces amanezco de noche. Leo. Escribo. Toco la guitarra. Escucho música. Compongo para sacar lo que tengo.
No recuerdo muy bien cuándo empecé a fumar. Un día me encontré fumando, eso es todo. Me divierte leer Las flores del mal tal y cómo lo escribía Baudelaire. Fumado y borracho. Al principio fumar me abstraía de María. Pero ya no. Detrás de todo siempre está ella mirándome con sus ojos profundos. Veo a María, está conmigo, le beso, le acaricio. Luego me despierto confundido y cada vez me cuesta más darme cuenta de que no ha estado conmigo, que no la he besado, que no la he acariciado. Entonces cojo el abrigo y me voy a la calle. Paseo hasta que me despejo.

sábado, 15 de mayo de 2010

Qué tienen en común Lady Gaga y Audrey Hepburn



Dando una vuelta por el centro me topé con el escaparate de Óptica Toscana (c/Hortaleza 70)... Y el "Vamos a echar un vistazo al escaparate", se acabó convirtiendo en un "necesito unas gafas como esas". ¿Cuáles? ¿No las ves? Las "discretitas", de pasta...gigantes...
Son unas Oliver Goldsmith, que viene a ser como Hermés a los bolsos. Gafas que siguen siendo fabricadas artesanalmente, leáse: no apto para cualquier economía. Manténgase fuera del alcance de despistadas manazas (he aquí una eterna candidata a verlas en el escaparate)



Están hechas para no pasar desapercibida. Divertidas y extravagantes, si te atreves son un clásico de los que no pasan de moda: siguen reeditando continuamente sus diseños desde los 40 hasta la fecha. De hecho, si tu bolsillo te lo permite puedes personalizarlas, elegir el modelo, el color de la montura, etc. Su aire retro es total, perfecto para hacerte con un look redondo este verano. Me encantan los modelos con toque "lolita", pero con forma de labios.






Su imagen es Lady Gaga. Audrey Hepburn jugueteaba con unas monturas Oliver Goldsmith en "Desayuno con Diamantes". Dos iconos de la moda no pueden estar equivocados. Amén.


martes, 4 de mayo de 2010

Historias italianas

1. "No hables con extraños".

Milán, Galería de Vittorio Emannuelle. Dos amigas y yo nos encontramos dando vueltas como una peonza sobre el toro de gresite que hay en el suelo. En la guía dice que da buena suerte. Como no dice cuántas hay que dar más vale que sobre que que falte. Así mareadas y guiris somos carnaza fácil, debe pensar un señor que nos asalta. Empieza diciéndonos que no soporta a los italianos que se creen los reyes del universo, que es de Costa Rica y se llama Sergio. Luego que adora a los españoles, que él va a trabajar a Barcelona y que se llama Miriam. Sí, Miriam. Porque ya de paso nos cuenta que es transexual y nos pone al tanto de las operaciones que lleva. Que el torito da suerte...nos ha tocado el premio gordo.
Dice que es vidente. Que ve nuestras auras. Que si una es azul, la otra amarilla...a veces cambia la voz, la pone aguda. Habla muy deprisa, nos coge las palmas de las manos porque, cómo no, Miriam Sergio también lee las líneas de la vida. No hay nada malo en las nuestras. Qué tranquilidad. Si queremos nos las lee del todo por un módico precio. "No, no, no". "Entonces chicas dejénme que les lleve a la plaza de no se qué, para que se carguen de la energía del universo". Se enlaza al brazo de una de nosotras y echa a andar. Mierda, tiene un rehén. Las otras dos detrás medio corriendo mirando a los lados, ¿qué es esto?
Llegamos a una plazita. El punto de energía en cuestión era un pozo. Un pozo mondo y lirondo sobre un pedestal. Un pozo sellado como los cientos que hay en la ciudad. Nos hace ponernos al rededor del "punto de energía", y las manos en el centro: cerrad los ojos. Él los cierra y nosotras hacemos el paripé y sujetamos el bolso con más fuerza. Me muero de la vergüenza como tenga que contar a un carabineri cómo me han robado. Él habla y habla. Me dijo que me moriría a los 88 años, durmiendo en la cama.
Lo único que puedo decir es que si llego a los 88 años seré una abuela espídica de la de cafeína que llevaré en el cuerpo. No pienso pegar ojo. Si consigo sobrevivir, ya dormiré con 89.


2- No te subas al coche de un desconocido.

Milán. Salimos de tomarnos el apperitivi y en la calle les preguntamos a un grupo dónde podemos ir a tomar algo. Discuten entre ellos y nos dan una ruta. Primero una enacoteca, luego a la discoteca de Armani. Y echamos a andar como si fuéramos del mismo Milán y nos conociéramos el camino al dedillo. Termina la calle y caemos en la cuenta de que no tenemos ni idea de por dónde ir . Vemos a dos tipos trajeados en la puerta de un hotel, y allá que vamos a preguntar. Un momento, dice uno de ellos, y desaparece. Vuelve al instante y dice, como si fuera lo más natural del mundo: "Mi chófer os lleva". "¿¿Perdón??"
Y sale de la nada un audi negro e impoluto. Nos quedamos boquiabiertas. "No, no, no". Insiste. "No, no, no". Se acerca a la ventanilla: "Lleve a las chicas y recógeme en no sé dónde". "No, no, no...ya cogemos un taxi (con la boca pequeña)". Abre la puerta. Y ahí que vamos las tres. Y hecha andar con su amigo.

Lo mejor fue cuando pasamos por al lado de nuestro "hada madrina" y nos pilló haciéndonos fotos en plan "esto es lo más" dentro de su coche. Le entró la carcajada.

3- Nunca vayas a casa de un desconocido.

Venecia. Nos plantamos allí sin ningún tipo de plan y en el bolso por si acaso el pijama. Un amigo de una de nosotras llevaba viviendo allí desde hacía años y fue nuestro cicerone. La pateamos entera. "Voy a una fiesta esta noche en la isla de Lido, si queréis, veniros". Estábamos de vacaciones, así que no nos lo pensamos mucho: "Vamos, vamos". Después de cenar, cogimos un barcotaxi y nos colamos en la fiesta sin ningún tipo de reparo. Un local a pie de playa que habían abierto para un cumpleaños. En el centro de la pista, un tipo es el rey de los bailes de salón. Va cogiendo chica tras chica a ritmo de twist con coreografía y todo. Como buenas españolas nos mantuvimos lejos de su alcance. Acaba la fiesta, y empezamos a plantearnos la situación:
-que estamos en otra isla.
-que no tenemos ni idea si hay barcobusBuho, o parada barcotaxi y en ese caso, ¿dónde se coge?
-que no tenemos dónde dormir (eso sí, allá dónde fuera sería con pijama).

Y en este gabinete de crisis nos encontrábamos las tres cuando se acercó el rey de la pista, Elvis. No es un chiste, se presentó así, "Elvis". Hablaba español, nos preguntó de dónde éramos, qué hacíamos en Venecia. "De Madrid, y de vacaciones". "¿Dónde dormís?" "De momento en ninguna parte". "En mi casa hay camas libres, si os queréis venir". Fuimos. A aquellas horas de la noche perdidas en una isla sin saber cómo salir nos hubiéramos ido a dormir a la misma casa de Jack el Destripador si nos la hubiera ofrecido. Resulta que Elvis tenía barco propio. Nos llevo a otra isla, ya van tres en el día. Atracó en embarcadero privado, nos llevó a su casa y nos dejó una habitación. A la mañana siguiente le preguntamos cómo se llamaba la isla: "Vignola". ¿Y hay mucha gente viviendo aquí?" "No, es una isla privada, sólo hay diez casas".