lunes, 30 de mayo de 2011

Gran Hermano es Google

Me han googleado. No tiene menor trascendencia. Lo que me tiene alucinada es que mi espía on line, no sólo me ha googleado, es que encima se ha quedado más ancho que largo haciéndomelo saber sin paños calientes.

Mr.Woods me mandó un mensaje después de meses sin saber nada de él: “Me encantó tu post de “La yonqui del idealista”. Muy divertido. Pero escribes muy poquito. Anímate que son geniales.”

Por este orden sentí: sorpresa; halago…Un momento, Mr. Woods sólo sabía mi nombre: vale, ahora empiezo a preocuparme. No sabe mi apellido, ni qué hago con mi vida, pero sí qué escribo y dónde publico. Mi blog sufre de forma crónica de síndrome de habitación vacía lo que confirma a Mr. Woods como googleador entrenado. Es un googleador entrenado con tiempo libre. Es un googleador entrenado con tiempo libre y encima descarado. Yo soy una googleadora amateur pero sin faltar a la discreción, lo cual ahorra esa sensación incómoda de sentirse observado. Es de agradecer. Google ha venido a satisfacer a esa suerte de portera que llevamos dentro todo hijo de vecino. El negocio redondo.

Está claro que estaba equivocada. Creí que era la persona que mejor me conocía y ahora tengo un ranking: Google, yo misma y Mr. Woods.

Woods ha venido a sacudir mi burbuja y de paso me he dado cuenta de que soy, Google mediante, un libro abierto. Mi voyaeur internauta me ha hecho replantearme muchas cosas como, por ejemplo, que dar tu nombre de pila puede resultar demasiada información.

Google, que todo lo sabe, no sólo te ilustra de gratis, también pone al alcance de todos de la dignificación sin mérito alguno. Así, a lo L´Oreal, porque lo valemos. Ninguno de nosotros merecerá una línea en la Larousse pero podemos aspirar a aparecer en wikipedia que además de ser la enciclopedia de cabecera por excelencia, ni ocupa espacio ni acumula polvo. Google debe de ser lo que la Enciclopedia de D´Alambert y Diderot al Siglo de las Luces. Sólo que ahora estamos en el Siglo de las Redes, y más que a la razón nos lo pasamos mejor atendiendo al rumor.

Resulta que Google es un contenedor infinito en el que todos cabemos. En Google compartimos espacio con Paris Hilton. Estamos al lado. A un sólo click, sólo que a ella la clickean más, y somos una comunidad la mar de bien avenida: no nos matamos de aburrimiento con conversaciones de ascensor y tampoco vamos aporreando la puerta de Paris cada vez que monta una fiesta.

Google es una fuente inagotable de saber. Las cosas ya no “las dice la tele”: las encuentra Google y si están colgadas en Youtube mejor que mejor. No hay más qué decir para dar, al menos, el beneficio de la duda a su veracidad. Suelta una barbaridad. Di que lo has encontrado en Google. Parecerá que dices algo de interés y para más inri quedarás de persona documentada.

Google es la panacea. Ha venido a simplificarnos las cosas cotidianas del día a día. Lo mismo te da el número de teléfono de un cerrajero que te encuentra a ti mismo. Google es como el listillo de la clase que todo lo sabe. Un chivato. Si hubiera ido al colegio hubiera sido el blanco fácil de todas las collejas. Por resabido.