miércoles, 28 de julio de 2010

En pie con el puño en alto

Sí, puede que tenga un problema con los zapatos, pero de momento no me lo voy a mirar.
El verano pasado no pude pescar estas sandalias y este año ya tengo mi trofeo. Las ví en Yube, son de la marca etik. Tenían mi número y me las lleve casi puestas. Digo casi porque me las lleve con su caja y todo, pero cuando llegué a la altura de Santa Bárbara no pude evitar perder la compostura. Esas sandalias me estaban llamando a voz en grito de una forma tan nítida y clara que no se podía desatender su llamada. Hubiera sido una desalmada. Me senté en un banco y me las puse. Como la bolsa de Yube es eco me comporté y dejé el exceso de equipaje en un contenedor reciclable.
Y me fui caminando viendo el vaivén de los flecos. Si estoy quieta parezco hija de unos colonos raptada por cherokees. Si ando, la cría de Chewaca.
Tengo tentaciones de saludar a la gente con un "jau" y levantar la palma de la mano.
Este verano "siestearé" en el ciclo de pelis de John Wayne con más cariño del habitual.

martes, 27 de julio de 2010

Maldito Karma

"El día de mi muerte no tuvo ninguna gracia. Y no sólo porque me muriera. Para ser exactos, eso ocupó como mucho el puesto número seis de los peores momentos del día."
No, no lo he escrito yo pero me hubiera gustado.
Maldito Karma, de David Safier, editorial Seix Barral, es el libro que acabo de leer.
Una muerte accidental y ridícula: un lavabo de una estación espacial acaba de manera fulminante con la vida de la protagonista y aquí empieza un peregrinar por distintas reencarnaciones hasta poder influir en su antigua vida. Le puede pasar a cualquiera. Imagino que cuando uno se muere llega a una especie de sala de espera celestial y ahí guarda su turno a que un funcionario con aureola le de cita para ver qué va a pasar con uno. Así en la tierra como en el cielo. Yo, que soy cristiana, barajo tres posibilidades: cielo, purgatorio o visita guiada al centro de la tierra. Como no me termino de definir entre buena del todo o rematadamente mala, la escasez de la oferta se define por si sola. Me imagino la sala de espera entretenidísima con las llegadas...."¿Y a ti, qué te ha pasado?" Y la cara de pasmo de los que estén allí cuando uno suelta "a mí me cayó un lavabo de una estación espacial cuando salí a la azotea a fumarme un piti, ¿y a ti?". Seguro que hace corrillo de ánimas. Fijo que está en el top ten del ránking. Y como en la vida es así, pasas automáticamente a ser conocida como "la del lavabo sideral".

Al leerlo me acordé de Bea, una compañera de la primera fila del clase (siempre fui carnaza de primera fila). Yo era nueva, y cuando me contó que en su casa creían en la reencarnación me quedé patidifusa. No era para menos teniendo en cuenta que el colegio era del opus dei. Su madre era Mata Hari, su hermana Nefertiti, y ella Marie-Curie. Cómo sería la convivencia en esa casa es una pregunta que me sigue rondando. Lo de Bea y la Curie era otra incógnita. Todo el curso preguntándome que hacía un premio Nobel en Letras Mixtas. Curioso. Guarde la compostura hasta que se me ocurrió preguntar por el padre. Era el perro. No pude aguantar la risa. ¿Te imaginas abroncando a tu padre porque se ha comido tus zapatillas?

domingo, 11 de julio de 2010

Mis Ga Ga´s

Mías. Tiene explicación: se llama rebajas. 445 euros, a mí me costaron 160. Cada vez que lo pienso se me pone sonrisa de Media Mark, "yo no soy tonta". El hecho de ser el último par y un 35 ponía a mi adquisición al alcance de muchos bolsillos pero de muy pocos pies. Y ahí estaba yo, a lo Cenicienta del siglo XXI: el zapato encaja pero del príncipe ni rastro. ¿Qué se le va ha hacer? Por ese precio Mr. Bean no está disponible.

Esta serie de coincidencias me van a permitir precipitarme contra el suelo a la velocidad de Lady Gaga por un módico precio. Una Ga-n-Ga.

Había que estrenarlos cómo fuera y que el plan fuera Malasaña no me acobardó lo más mínimo. El sábado desafíe la ley de la gravedad. Me subí yo solita a ellos y volví a casa con todos los dientes y los tobillos en su sitio. Contra todo pronóstico son cómodos, y camino con más soltura que Frankestein. Sólo les veo dos inconvenientes: el primero es que mi dentadura sí va a correr peligro como pise pie ajeno; el segundo es que mi madre va a ser recordada, mucho, mucho tiempo...