lunes, 21 de junio de 2010

Las misses no dicen la verdad

Hace un par de meses estábamos Ana, Viki y yo hablando un domingo en casa de esas cosas de las que a las chicas nos gusta hablar para matar el tiempo...si te presentaras a Miss América, y las dos de delante ya hubieran usado el comodín del Hambre en el 3er mundo y la Paz Mundial, ¿qué dirías?

Chicos. Un mensaje sin respuesta. Un tema de vital importancia un domingo. Ahí es cuando te das cuenta que las candidatas a Miss América mienten como bellacas. ¿¿Qué Paz Mundial?? Aquí no hay vacuna contra el SIDA que valga. Si dijeran lo que de verdad quieren se oirían cosas como "Que encuentre un marido millonario, cuanto más viejo mejor y hacer obras de caridad con su dinero". Las imagino esperando su turno pensando: "¿Los mensajes en el buzón de voz...llegan?....¿ Habrá visto Kevin los tres que le he dejado? ¿¿Le llamo otra vez?? ". Porque las Misses también deberían salir sin teléfono los sábados. Mucha rubia natural y mucho 90-60-90, pero ninguna mujer se salva del mensaje maldito.

Los "Bah, no te preocupes"; "No le des importancia"; "¿Cómo no te va a contestar?" iban y venían hasta que se oyó: " Ese no es un mensaje de agobiarse. Ni que le hubieras dicho que estabas embarazada."

"Yo lo he hecho".
Sí, es cierto, lo he hecho. Y además dije que eran trillizos. Una no sabe ya qué hacer para llamar la atención.
Le envié un mensaje a Alejandro que tenía la fea costumbre de no contestarme las llamadas.

" Por cierto, creo que vamos a ser padres de trillizos. Milagro. Así que podrías ir llamando."

Funcionó. Llamó. Más por su sentido del humor que por la duda de su paternidad postiza.
Alejandro dejó de estar en el mapa, pero la historia de los trillizos siguió ahí. Latente.

Era un sábado aburrido. Diciembre. Estaba en casa tirada en el sofá cuando Marta llegó con sus dos sobrinos. Uno de ellos no tenía ni un año. Cambió mi sábado. Era un bebé gordo, rubiales, rollizo, blanquito. Parecía mío. Me reí tanto con la ocurrencia, que no lo pude evitar. Le pedí a Marta que me prestara a su sobrino. Viki me hizo una foto y se la mandé con el título "1 de 3" y el texto:
"Este es Uno de los trillizos. Los otros dos son iguales. ¿Te puedes quedar con ellos esta noche? Voy al Karaoke."

Había dejado crecer a los trillizos. Me auto convertí en madre y él asumió el papel de padre ausente.

"¡Qué lindos nos han salido los niños!! y que rápido crecen, ...aunque sean iguales me gustaría ver a los otros, al fin y al cabo son nuestros hijos... Te aviso que he cambiado de look, adjunto foto."

"Sí, es cierto, ¡qué rápido pasa el tiempo! Los niños están preciosos. Aunque como desde que nacieron no nos hemos puesto de acuerdo, todavía no tienen nombre. Los llamo 1, 2 y 3. El de la foto es 1. Alejandro tenemos un problema con tu cambio de imagen: los niños no te reconocen."

A partir de aquí los trillizos quedaron abandonados a su suerte. ¿Qué tipo de padres somos Alejandro?
El día de Fin de Año el padre de las criaturas me envió un mensaje: " Qué Dios te conserve el sentido del humor, Carolita."
Es el mensaje más personalizado que he recibido en esa fecha.

NOTA: Cualquier parecido de Alejandro con la imagen adjunta es mera coincidencia.

lunes, 7 de junio de 2010

Como librarse de un velociraptor. Lección Magistral

Hay muchas formas de librarse de un pesado pero esta es de largo, la más perfeccionada que he visto en mucho tiempo.

Una amiga mía tiene un admirador incondicional. Si la ve, no hay quién lo separe de su vera, es capaz de seguirla hasta el infinito y más allá sin ningún tipo de vergüenza, el fan más entregado. Por no perderla de vista, una vez fue capaz de abandonar una fiesta y venirse en el mismo taxi que nosotras vestido de Jackson Five, con su peluca XL encajada en el techo del coche sin despeinarse un rizo si quiera. La fiesta obviamente era de disfraces.

La última vez nos lo encontramos en un bar de Alonso Martínez. Un par de copas todos juntos y pensamos en cambiar. Nos fuimos las dos para el Honkey Tonk, al encuentro de un amigo. Nada más entrar, nos llama la tercera amiga que se había quedado en el punto de encuentro. "¿Cómo se llega?", le explico y bajamos en busca de Antonio. Al rato, subimos a por una copa, y de repente por la puerta como una aparición, iluminado por el foco de la entrada, hace una entrada teatral el fan fatal... viene sólo..."¡TRAIDORA!".... nos había vendido. Empieza el show. Hay que pensar algo, nos miramos con pánico, claramente la opción es huir y darle esquinazo. Echó a andar a la derecha, la puerta y las escaleras estaban bajo su control, la única opción para escapar era el frente. Demasiado fácil para un rastreador consumado. De repente como un velociraptor detrás de su presa vemos horrorizadas que se acerca por detrás abriéndose paso entre la gente. Todo fue rapidísimo, pero parecía que se acercaba a cámara lenta como en los documentales del National Geographic. Hasta eché de menos la voz en off de Félix Rodríguez de la Fuente. Nos quedamos paralizadas. En parte por el espanto de haber sido descubiertas, en parte porque en nuestro brillante plan no habíamos contemplado el hecho de que no había salida: esa sensación de amplitud no era más que la ilusión de un espejo al final del pasillo. Mierda, no hay escapatoria. "¡Hola!" "Hola....¿vienes sólo?" "Sí" . Otra vez, mierda. "¿Nos pedimos una copa?" ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Volvimos a bajar pensando en que Antonio era nuestra única salvación. Y allí estuvimos hasta que se acabó la copa. "¿Quieres otra?" Le dijo el velociraptor a mi amiga viendo ahí filón. Y mi amiga que es muy cuca, me dijo: "¿Quieres otra?". Y yo que soy una simple: "Sí". "Pues subid juntos". No, no, no...¿¿por qué me haces esto??... En fin, que subo con él todavía sin poder calibrar la magnitud de maniobra que tenía mi amiga. Y en menos de 10 minutos, el tiempo justo para que los dos ya hubiéramos pedido y pagado nuestras copas, aparece mi amiga parapetada en su abrigo y con el bolso en mano. Mi cara desencajada. La del velociraptor un poema. Y con una sonrisa de oreja a oreja, regodeándose en su golpe maestro suelta :"Bueno chicos, me voy que estoy muy cansada". Brillante. Lo había dejado atado a la barra con su copa recién pedida y se iba tan campante. Lo malo es que a mí me sacrificó por el camino.
Antonio y yo todavía soñamos con la oportunidad de vengarnos.