lunes, 14 de marzo de 2011

Hasta el moño

Estoy hasta el moño, me dije. Y luego divagé.
El hombre es la medida de todas las cosas. Lo reformulo: El pelo es la medida de todas las cosas.

El pelo le costó un disgusto a Sansón, que perdió su fuerza cuando le dejaron al rape. El pelo como medida de hombría.
Había una vez en un país muy lejano, una desfortunada doncella, Rapunzel, a la que encerraron en una torre ciega, ¿y qué le salvó? ¿Un caballero despistado que casualmente pasaba por ahí? No. Le salvó su pelo. Esta melena trajo cola y dió para un cuento de los Hermanos Grimm.
El pelo femenino puede despertar lujuria. O al menos eso le pasaba a Mahoma, y muchas siguen cubriéndose.

Hacer alusión a algo que tenga que ver con pelo es como ir al economato de las explicaciones. A todo el mundo le toca la fibra sensible. Como Babel, antes de que fuera Babel fuera un cisco, todos entienden el idioma.

Puedes estar hasta el moño. Y estar hasta la coronilla.
Una de las frases más archi repetidas de mi infancia es me tienes hasta la punta de lo pelos, gesticulizada y todo, que impresiona más.
Si algo no te gusta un pelo, se te ponen los pelos como escarpias o de punta a elegir. Yo soy más de la segunda.
Si te arrepientes de algo, ¿lo arreglas? No, hombre, te tiras de los pelos que es mucho más efectivo.
¿Qué estás un poco celosa? Lo que tienes es pelusilla.
No llegas a fin de mes: estás pelá.
Lo peor que te puede pasar en un restaurante es encontrarte un pelo en la sopa.
Puedes hartarte de decir que no tienes un pelo de tonta, da igual nada te salva de que te sigan tomando el pelo.
Si dices todo lo que se te pasa por la cabeza, te diagnostican alopecia lingual: no tiene pelos en la lengua y santas pascuas. Nada grave. En mi opinión lo escandaloso sería lo contrario.
¿Qué la has liado buena? Préparate porque se te va a caer el pelo que es lo peor que te puede pasar en la vida: quedarte calvo.

Que tu madre te pilla in fraganti, a la voz de te voy a dar pa´l pelo encoges el pescuezo y te haces el cuerpo para recibir una maternal y siempre didáctica colleja.
Si te ves en un brete no te salva tu destreza, o tu inteligencia, o la suerte, o la casualidad, o lo que sea...te salvas por los pelos.
El pelo es sinónimo de juventud, detrás de una cana recién descubierta siempre habrá un agorero que diga "si te la quitas te salen siete". Si te la quitas te salen SIETE... ¿Pero esto qué es? ¿Un pelo o un gremlim?
Claro, que las seis de más no duelen cuando se echa una canita al aire...
Ojito con el pelo que con uno sólo te basta y te sobra para defenderte: como me toques un pelo, es la amenaza más intimidadora y efectiva jamás utilizada.

Para describir algo cutre, con decir que era "de medio pelo" es suficiente. De medio pelo. Lo más inexplicable de esta explicación es que todo el mundo te entiende. Vamos a ver, ¿sabemos de lo que estamos hablando? ¿Alguien ha visto alguna vez "medio pelo"? Medio pelo es un pelo, leche. Que vamos todos de listillos como si fuéramos medio superdotados.

Desengáñate, tus amigos no quieren verte a ti; quieren verte el pelo. ¿Y qué le pasa a los calvos? ¿Nadie quiere quedar con ellos? ¿Los calvos no tienen amigos o por el contrario son los únicos que los tienen de verdad?

Te vas a enterar de lo que vale un peine: copy right de las madres.

Te preparas durante tiempo algo que al final no sale todo lo bien que hubieras querido. Vaya, qué lástima. Nada, hijo, no te lució el pelo, ¿qué le vamos a hacer? Así de simple. La vida es mucho más fácil a golpe de secador y GHD. Por favor, dejad de invertir en educación que no luce tanto como una buena mascarilla. Apúntate a un módulo de peluquería y serás orgullo nacional.

Cuando se pierde algo importante no lo buscas, peinas la zona que es como se encuentran las cosas.
El pelo no es traidor, te avisa: si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.

El pelo mide la belleza masculina: el hombre y el oso cuanto más peludo, más hermoso.
Por pelo un hombre puede hacer cosas asombrosas, después del amor es lo que más les mueve a hacer el ridículo: enrroscarlo con mimo como una ensaimada; o peinarlo con pegamento imedio de la nuca a la frente, o creer a pies juntillas en lociones milagrosas. Usa la palabra crecepelos detrás de un producto y tendrás el éxito asegurado.
Mientras haya pelo no hay vergüenza es un mantra universal.
Un hombre podrá ser un tacaño y querer pagar a medias hasta el periódico pero si hablamos de recuperar el pelo que tenía en su Primera Comunión todo es poco, será capaz de vender un riñón en el mercado negro.

De todas formas hay algunas cosas con el pelo que me chirrían, unos flequillos. Tanto pelo para todo y luego te quedas calvo de tanto pensar...pero bueno, imagino que será porque la ocasión la pintan calva.

domingo, 6 de marzo de 2011

La yonqui de Idealista


Llega un momento en la vida en la que Idealista irrumpe en tu vida. Es así, creces, te haces mayor, la independencia te llama a gritos. Te dices: si Facebook me ha conseguido amigos, Idealista encontrará mi casa. Pero nadie te advierte de lo que hay detrás del cartel Se Alquila.


Fase 1: Idealista engancha
Empiezas por el principio: Idealista. Ese es el día en que descubres que Malasaña no es Malasaña, en el léxico Idealista se llama Universidad. Si no sabes esto nunca has entrado en Idealista.
Idealista debería ir como los fármacos. Con la advertencia cuidado que engancha. Ninguna de tus amigas que se ha independizado te ha avisado. No. Ellas te han dicho:"si quieres te ayudo a buscar". No las culpes, son yonquis de Idealista. Entras con timidez, te haces con el plano de la ciudad, escoges con ilusión la zona que te gusta, señalas los filtros y visitas algunas casas. Eres una visitante cándida e ingenua. Va a durar poco. Pronto acabas conviertiéndote en una portera compulsiva y no paras de husmear casas ajenas. Quieres más. Quieres ver más casas y entonces Idealista se te queda pequeño y entra en juego Fotocasa. El radio se te queda corto, tienes sed de pisos y aumentas las zonas de búsqueda. Pierdes el control: fotocasa-idealista; idealista-fotocosa, salamanca-justicia; justicia-trafalgar; alonso martínez- chueca, palacio-universidad.
Fase 2: Ya eres una yonqui del Idealista.
Facebook ha desaparecido de tu vida. Entras en Idealista antes de abrir cualquier red social. Eres una outsider en toda regla: tu novio podría dejarte con un mensaje en tu perfil y serías la última en enterarte. Asúmelo: Idealista es tu nuevo Facebook y tú sólo quieres ser amiga de casas, de pisos, de apartamentos, de estudios y de lofts. Te sabes sus fotos de perfil. Controlas sus álbums. Les pones corazones, mandas mensajes a los anunciantes y entras en tu correo cada dos por tres para ver si hay alguna actualización en tus casas amigas.
Fase 3: Adoctrinamiento.
Te has echo una experta en el argot Idealista: aval bancario, Plan Alquila de la Comunidad de Madrid, déposito, fianza. Aprendes las diferencias entre estudio, apartamento y piso. Eres una rastreator avispada y sabes leer entrelíneas. "Coqueto loft" es un ESTUDIO; que te dice "calefacción individual eléctrica" tú ves claramente SIN CALEFACCIÓN; dónde pone "precioso apartamento abuhardillado", tú ves POSIBILIDADES DE DECAPITACIÓN INVOLUNTARIA. Te ves con fuerza para pasar a la siguiente fase.
Fase 4: Haces la calle.
Enhorabuena, has sido aleccionada para adentrarte en la selva. Te has hecho con un listón de pisos y empiezas a llamar. No desesperes: algunos no contestarán nunca; otros han jugado con tus sentimientos y llevan meses alquilados. Y otros tendrás la mala suerte de verlos.
Tus tardes se convierten en una gimkana y a la salida del trabajo vas saltando de piso a apartamento, de apartamento a buhardilla.
Ahora te vas a enfrentar con la fauna real: agencias, propietarios, porteras y lo que es más desmoralizador: pisos con más cola que un casting de Operación Triunfo.
Tendrás conversaciones como esta:
-"¿Y qué condiciones pide?
- Seis meses de depósito, uno de fianza, uno por adelantado y el mes en curso.
- Perdone,¿ y a mí quién me garantiza que con mi dinero no va a esquivar al fisco, abrirse una cuenta en Suiza y fugarse a las Bermudas?"
-" La casa se alquila amueblada.
- ¿Pero usted sabe el daño psicológico que puede causar convivir con sus muebles?"
-" Es un estudio en finca de lujo.
-¿Qué precio?
-1000 euros.
-¿¿Por una habitación con camping gas de diseño??"
Fase 5: El rechazo.
Las dudas te asaltan. Te tiras de los pelos maldiciendo el día en qué se te ocurrió buscar piso. Reniegas de Idealista.
Fase 6: El mono.
Idealista está ahí y lo sabes. Vuelves a la carga mentalizada para una guerrilla de resistencia.
Fase 7: Aparecen los temores.
Cuando llevas tiempo viviendo en Idealista te das cuenta de que hay apartamentos que SIEMPRE están ahí. Empiezas a tener pesadillas; te va a tocar bailar con la más fea. No pegas ojo y ves a tus amigas yonquis entrando a tu casa y comentando: " No me digas que al final alquilaste éste".
Fase 8: Eres una plasta.
Tienes vida, sí, pero no tienes temas de conversación. Tienes tema. Dejas de hablar de chicos, de trabajo, de chicos, de compras, de chicos. El plan del fin de semana es la ocasión perfecta para contar los pisos de la semana. No te preocupes; tus amigas no te abandonarán, te aseguro que las situaciones que vivirás en tu búsqueda no tienen desperdicio.
Fase 9: El colocón de Idealista.
Ya pasas de todo, estás enganchada y quieres más. Tienes un subidón de Idealista y te da exactamente igual. Echas una canita al aire y quitas todos los filtros. Te pegas un tour por todo lo que no puedes pagar y regalas tu vista con unos casoplones que quitan el hipo. Con hidromasaje, cocina inteligente, tarima flotante, solarium, terraza kilométrica, hall y tropecientos balcones; por supuesto en edificio de interés cultural. Flipas.
Fase 10: La aparición.
Sí, ese día llega. Ves un apartamento y le pones un corazón que da gloria verlo. Te tiras en plancha al teléfono y quedas para verlo. Sales como una flecha del trabajo y cuando llegas te sorprendes colocando tus muebles. Yonquis del Idealista despediros de éste porque es mío.