domingo, 21 de noviembre de 2010

Todo Lanvin tiene un precio

Para tener un Lanvin tiene que darse al menos una de estas cosas:
1. Tener 5000 euros e ir tranquilamente a la tienda a comprártelo y de paso que te traten como a una pretty woman después de que Richard Gere ponga los puntos sobre íes.
2. O levantarte a las 4 de la mañana para hacer cola en H&M al menos desde las 6 am y pelear por ser una de las pocas que se haga con uno por 150 euros.

No sé cuál de los dos puntos es más improbable en mi caso: si que Richard Gere me acompañe de compras o levantarme a las 4 am .

H&M ha puesto 10 mandamientos para que nadie pierda la compostura en la cacería del Lanvin:

1. Harás cola civilizadamente.
2. No levantarás falso testimonio sobre tus compañeros de espera.
3. No utilizarás el nombre de H&M en vano.
4. Aceptarás entrar de veinte en veinte.
5. Tendrás 15 minutos para comprar. (Creo que si alguien es capaz de hacerse con toda la colección en ese tiempo los de Humor Amarillo te hacen socio de honor).
6. Cogerás una talla por modelo.
7. No arrasarás con los complementos.
8. No codiciarás las adquisiciones ajenas.
9. No hurtarás la compra de la vecina.
10. Honrarás el nombre de Alber Elbaz.

A cambio ellos ofrecerán café para que nadie muera de hipotermia y abrirán a las 8 de la mañana.

No doy crédito. Y lo digo yo que por las colecciones de Viktor and Rolf y Roberto Cavalli fui capaz de pedir un día de asuntos propios en el trabajo; ir en AVE a Sevilla (lo que aumentaba estratégicamente mis posibilidades); reclutar al clan Junco, abuela incluída, y aleccionarlas sin piedad sobre las prendas claves. Por no hablar de que por la colección de Sonia Rykiel pagué un taxi para que me esperara en Gran Vía, cuando en realidad estaba yendo a Atocha a coger el tren.

Sólo tengo una cosa que decir: "OMG!"